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De tal palo, tal astilla

Por: Alexander Ríos Arboleda

El pasado lunes 13 de marzo, tres columnistas de El Diario, Alberto Zuluaga Trujillo, Álvaro Ramírez González y Víctor Zuluaga Gómez, vinculados cada uno de ellos a diferentes pensamientos políticos, escribieron del presidente de la república. Lo coincidente del análisis es el cuestionamiento a sus acciones, con escándalos de su financiación para obtener el triunfo, pasando por el papel vergonzante de la fuerza pública ante la humillación de los revoltosos, y llegando finalmente a las peleas innecesarias con algunos vecinos de patio, antes que concentrarse en los problemas del país. A todo este ensombrecido panorama, se agrega el papel de su hijo Nicolas y hermano Juan Fernando, involucrados en serios cuestionamientos por la recepción de dineros cobijados por la sombra del poder Petrista.

Hay un viejo dicho popular “de tal palo, tal astilla” refiriéndose a la herencia que llevan los hijos de sus padres, y así se consigna esta teoría en el libro “Sanación intergeneracional” de autoría del padre jesuita Robert De Grandis y Linda Schubert. De forma inverosímil hace algunos años Gustavo Petro salió avante con el cinematográfico conteo de dinero en un cuarto a media luz, y que luego llevó a casa en alguna bolsa, todo esto para financiar una de sus campañas; el país lo vio y nada pasó. De este suceso irregular, no hubo fallo alguno de las autoridades, porque el testigo estrella no apareció y con un efecto teflón, este evento no lo afectó para las siguientes aspiraciones.

Hoy en el ADN de su hijo Nicolas Petro, lleva la instrucción de su padre y se repite la historia, esta vez no fue una bolsa con algunos millones, sino tulas con cientos de millones. Las pruebas son contundentes, a tal punto que su propio padre pidió investigarlo, y de paso para tasar el daño, el presidente acotó que no lo había criado. Sin detenerse a pensar que eso no se dice de un hijo, cualesquiera sean las circunstancias que lo ocasionaron, porque el legado se hereda y se expresa en las facciones, en las actuaciones y en la sangre.

Algo anda mal, la esperanza de cambio que enarboló Petro para sus férreos seguidores, no era creíble para medio país que no votó por él, por su trayectoria política equivocada y en especial la estela de mal gobernante que dejó inscrita en el Palacio de Liévano. La contención queda en manos del Congreso y la actuación rápida de las Cortes. Es verdaderamente inaceptable que cada semana haya varios desaciertos, fruto de los malos funcionarios, equivocadas decisiones y banales tweets del presidente de la república.

P.D. Fallece otra entrañable amiga, Patricia Ramírez Valencia, nos conocimos en la aventura política juvenil, en las aulas de Unificación Conservadora, ella estudiante de la Universidad Católica Popular de Risaralda y el suscrito de la Tecnológica de Pereira. La carrera de la vida perpetúo la amistad y ahora que sucumbe ante lo inevitable, deja muchos recuerdos a su familia y amigos. Paz en su tumba.

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