¡Me encanta la palabra “gracias”! Es una de las palabras más hermosas de nuestro vocabulario.
Como podrás adivinar, en español está conectada con la palabra “gracia”, por lo que guarda una relación con conceptos tan hermosos como lo son la hermosura, el favor, el perdón, la afabilidad, la habilidad, e incluso la diversión. ¡Sí, la gratitud está envuelta de todas estas características!
¿Puedes imaginarte lo precioso que sería vivir en una actitud de gratitud constante? Creo que todos tenemos momentos en nuestro día a día en los que nos dejamos llevar por el estrés, por la preocupación y por los problemas. En esos momentos, la queja, el mal humor, la negatividad… quieren adueñarse de nosotros, pero, ¿cómo sería si pusiésemos todo eso a un lado, y escogiésemos en su lugar ser agradecidos?
Sí, ya lo sé, no es fácil… ¡dímelo a mí! =) Durante estas semanas he estado poniendo esto cada vez más en práctica, y sé que cuesta romper la inercia de nuestras malas actitudes, ¡pero es tan precioso cuando lo conseguimos! Esto es lo que dice la Biblia: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
Dios quiere que des gracias en todo! En cada circunstancia: ya sea que hayas perdido el bus, o que se te haya roto la lavadora, o que tu bebé haya hecho “popó” en el momento menos esperado, ¡fíjate en lo bueno de esa situación, y dale gracias a Dios!
Y aun en los momentos más difíciles, escoge desterrar de ti la amargura, la queja y el dolor, llénate de fe, y ¡dale gracias a Dios! Hay mil motivos para darle gracias. Y además, la gratitud abre las puertas a milagros impresionantes.
Dios te ama, y está siempre a tu lado.